9.01.2006

 

Metáfora y Mito

Publicado en la edición impresa #16 de Entre Líneas

Cap. 5
Por Oscar Martínez

En los capítulos anteriores mencionamos el mito en su definición etimológica y su función (ver capítulo http://cazandomitos.blogspot.com), así como su relación con la leyenda, la fábula, la épica, la saga, el cuento, entre otros; resaltando la importancia y la diferencia que encierran. Pareciera que cada uno de estas definiciones tuvieran la misma función, pero aunque cada una de ellas son parte de la mitología, tienen un desarrollo y un papel diferente dentro de su naturaleza misma, y es necesario, para poder introducirnos al estudio de la mitología, definir y aclarar el significado de cada una de estas corrientes que emplea la mitología.
En este capítulo abordaremos la función de la metáfora, como parte esencial de mito. La metáfora tiene su definición etimológica de la palabra griega meta-fero: llevar a otra parte, trasladar (Quintiliano la llama Traslatio), transferir; cambiar, mudar, trocar; confundir, enredar. También tiene el significado de traducir, pasar más allá, trasportar, trasponer; así como “meta”, que significa mas allá, después, al lado de (como en método: “meta” a lo largo de, y “odos”, caminar) y “pherein”, llevar, cargar, trasladar. De aquí la traducción (de “ducere”, llevar, conducir) que tiene su significado en llevar “a través de”.
La metáfora se trata, pues, de un término de acción transportativa y el sentido, como lo menciona el mismo Aristóteles, “que la metáfora, como instrumento poético fundamental, es sobre todo lo demás importante (del griego: polu megiston) el saber servir de la metáfora, que en verdad, esto sólo puede aprenderse de otro, y es índice de natural bien nacido, porque la buena y la bella metáfora es contemplación de semejanzas (grie. to' omoion peorein estin). Metáfora es pues transferencia de un nombre de una cosa a otra, (gri. o'nómatos a'llatríou epiforá)”.
Esto supone que cada cosa tiene su nombre y que estos nombres son ajustados perfectamente, y que en el límite, cada nombre correspondería a la definición de la misma, de modo que los nombres se convierte a género, los cuales sólamente deberían aplicarse a las semejanzas genéricas de las cosas, y no a ninguna cosa diferente. Pero estos nombres dentro de la metáfora sustituyen una expresión por otra, con la que tienen por lo menos un rasgo semántico en común. Es lo que menciona Aristóteles en su Poética: “Metáfora es la trasposición del nombre de una cosa a otra, transposición que se hace del género a la especie, de la especie al género, de la especie a la especie o siguiendo una relación de analogía”.
Así pues, la metáfora no se distingue, desde el punto de vista lógico del tropo (empleo de la palabra o frase) en un sentido diferente del que se le es propio; en este aspecto la definición que da Aristóteles es demasiado amplia para significar un traspaso o transposición a un significado diferente. Esta transposición, si bien puede basarse en una similitud de aspecto externo, función y uso, tiene de la misma forma una relación entre el término metafórico y el objeto que se designa, en donde habitualmente queda destruida la idea de tal cosa, y pasa a significar algo diferente; es decir, que la metáfora funciona por la supresión de una parte del significado o semas constituidos de la palabra empleada.
Por esto dice Aristóteles que “el nombre indica en bloque y con indistinción (alon semainei kai adiaoristos)… sólo la definición divide y descompone un objeto en sus partes” (o orismos diairei eis ta kat enasta). Así pues, los nombres que se emplean en la metáfora, no estan apegados y ajustados exactamente a las cosas como las definiciones lo marcan o lo definen, y precisamente por esta falta de Ajuste entre nombre, dicho de una u otra forma, y cosa nombrada es posible un movimiento de transferencia (epi fora).
Cabe mencionar que en la metáfora se elimina de la misma forma, toda la conjunción y fórmulas comparativas que exige la figura retórica llamada símil, la cual establece un vínculo entre dos clases de ideas u objetos, a través de la conjugación comparativa. También hay que tener en cuenta aquellos términos que indican parentesco o limitación, o en su caso, también puede establecer una relación comparativa.
Esto no ayuda a comprender, del por qué es necesario identificar y definir la metáfora, así como su papel que representa, pues la mitología se ve envuelta en este lenguaje abstracto e incluso poético. Un ejemplo de ello, está en los cuentos fantásticos o de hadas, al referirnos a una comparación del hombre como un lobo “El hombre es un lobo gris de la oscuridad”. Cuando no referimos a lobo, se está dando en realidad un nombre que pertenece a un genero de animal, más general al de lobo, pero cuando se menciona que el hombre es un lobo, se esta hablando de un lenguaje metafórico, es decir se esta dando un nombre compartido o traspasando un nombre a otro significado. En este aspecto no hay que tomar las palabras descritas, metafóricamente, en un sentido literal, sino como una simulación; es decir que el hombre del que estamos hablando comparte algunas cualidades del lobo, pero no una suficiente cantidad de ellas para ser clasificado como un verdadero lobo.
Por su parte Friedrich Wilhelm von Nietzsche, definía al hombre como animal metafórico, aludiendo a este instinto que impulsa al hombre mismo a relazar metáforas, ese instinto fundamental del hombre del que no podemos hacer abstracción un sólo instante, pues haríamos abstracción del hombre mismo. J.A. Richardson nos dice que mediante una palabra, la metáfora mantiene activos dos pensamientos distintos; de la misma forma Paul Ricoeur afirma, en el contexto de su teoría hermenéutica, que la metáfora es un enunciado, que en el marco de un discurso, y mediante una predicación no pertinente, apela a una nueva pertinencia fundada sobre la semejanza, engendrando una nueva descripción de la realidad. En este aspecto Ricoeur interpreta el significado metafórico como un aumento cognitivo obtenido por la identidad que se le da a los significados en donde la diferencia (identidad de diferencia) es parte esencial de este procedimiento. Pero también R. Jakobson considera a la metáfora como una similitud de una referencia que figura en la realidad escrita por otra referencia, en donde se le disipa otro nombre.
Entender la metáfora como una actitud filosófica y analizar su ficción dentro del estudio mítico, implica conocer la forma como se desenvuelve el fenómeno del mito y la filosofía en el entendimiento humano.

1. Abbagnano Nicola, Diccionario de Filosofía, 12va.. reimp., 1995, 2da. edición en español
1974. FCE.
2. Diccionario manual Griego, Griego clásico español, edit. Vox, 18 ed., 1967
3. Acevedo Martínez, Cristóbal; Mito y conocimiento, UIA, Cuaderno de filosofía No. 17, Depto. de Filosofía,
1993, México.
4. Aristóteles, La poética, en introducción a la poética de Bacca, García; cap VIII, Editores Mexicanos Unidos, 3ra. ed. México 1996
5. El tropo: En sí el tropo es el empleo de las palabras en sentido distinto al que propiamente le corresponde,
pero que tiene con éste alguna conexión. El tropo comprende la sinécdoque y la metonimia; que son el uso
de las palabras o frases por otra que tiene una relación de contigüidad. Mientras que la metonimia se rige
por relaciones de contigüidad, en la sinécdoque dominan las de inclusión.
6. Murray Turbayne, Colin; El mito de la metáfora, primera edición México 1974, Editorial: El Fondo de Cultura
Económica.
7. Le Guern, Michel; La metáfora y la metonimia, Edit. Cátedra, Madrid 1976.
8. Clemente, José Edmundo. Descubrimiento de la metáfora, Edit. Monte Ávila, Caracas, 1977.
9. Kristeve, Julia y otros. El trabajo de la metáfora. Identificación e interpretación. Edit. Gedisa, Barcelona, 1985.
10. Viano Tudor. Los problemas de la metáfora. Edit. Eudeba, Buenos Aires, 1967
11. Francisco Montes de Oca, Edit. Porrúa, 28 Ed., México, 1987



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