6.07.2006

 
Por Oscar Martínez Herrera
Egresado: Filosofía U.A.B.C.

Capítulo: 2

En el número anterior, habíamos mencionado la definición etimológica de la palabra mito, la cual proveniente del griego antiguo MUTHOS, que procede de la raíz muto logeou y muto logeo- o (contar mitos)2, que es en sí una narración que describe y trata, en lenguaje simbólico, el origen de los elementos y supuestos básicos de una cultura.
Es necesario mencionar previamente la relación y definición de conceptos que la mitología maneja, tales como metáfora, alegoría, fábula, leyenda, saga, cuento, épica, entre otros. En este capítulo dedicaremos a entender el concepto de cuento, parte esencial de la mitología, es decir, el cuento tradicional, el cual, como término genérico, engloba varios tipos de narraciones tradicionales, ya sean orales, escritas o iconográficas, y que forman parte de la manifestación del folclore. Estos cuentos tradicionales han pasado de generación en generación, sufriendo con el tiempo demasiadas alteraciones, debido a la incorporación o la eliminación de los narradores o escritores.
En general, los principales tipos de cuentos tradicionales se intercambian entre sí y se refieren, la mayoría, a cualquier tipo de narración ficticia, producto de la imaginación o narración real, con cierto lenguaje de distorsión sin apego a un lineamiento histórico. Sin embargo, para los eruditos del folclore representa una forma característica de la tradición de los pueblos, y es parte esencial de la literatura antigua. También existen los cuentos de animales y fábulas (de las que nos ocuparemos más adelante), o cuentos fantásticos, así como anécdotas e incluso chistes, como el grupo formado por cuentos reiterativos, retahílas (como los cuentos de nunca acabar) y fábulas cantadas, cuya narración incluye canciones o rimas, entre otros. Tal es el caso de los cuentos tradicionales egipcios (en torno al año 2000 a. c.), los cuales son los más antiguos; de la cultura griega encontramos las fábulas de Esopo; en los escritos romanos de Ovidio y Lucio Apuleyo, están impregnados de elementos fantásticos y trasformaciones mágicas; se encuentran también los relatos indios, conocidos como los Panchatantras, o los Cinco Libros, del siglo IV, también de esta cultura se encuentran las narraciones de Samadeva; por el siglo XI, un autor desconocido escribió en sánscrito unos 350 cuentos3; y entre los cuentos de Medio Oriente se encuentra sin duda Las Mil y una Noches. 4
También en la Edad Media de la Europa Occidental, se dieron infinidades de relatos y cuentos de diferentes temas y estilos diversos. Están por ejemplo, los romances de caballeros, ya sea en prosa o en verso, que encontramos en la cultura francesa o los poetas ingleses, como Geoffrey Chaucer y Giovanni Bocaccio, los cuales conservaron y desarrollaron la tradición antigua de las rapsodias, a través de los cantos de los juglares, de igual manera en verso o en prosa y los fabliaux, es decir, cuentos eróticos y de aventuras, así como también leyendas: Los cuentos de Canterbury, de Chaucer; el libro de El Conde Lucanor, del infante Don Juan Manuel; y el Decamerón, de Boccaccio. Después de Boccaccio, las narraciones breves de carácter realista se realizan como género de Novella, es decir, la famosa Novela, las cuales tenían un relato ficticio y autor propio, contrario al cuento de carácter popular e impersonal.
A comienzos del siglo XIX, los filólogos alemanes Jacob y Wilhelm Grimm (1785-1863 y 1786-1859, los famosos hermanos Grimm) publicaron Cuentos para la infancia y el Hogar (2 volúmenes, 1812 – 1815), basados en la colección de minnesinger alemanes, Clemens Brentano y Ludwig Achim von Arnim, que en 1805 habían publicado el primer volumen, de una colección de canciones tradicionales al estilo romántico. Es en estos escritos en donde los hermanos Grimm tienden a recopilar todos los cuentos populares, respetando literalmente lo que se contaba, es decir, transcribían literalmente el habla popular. Nace pues, un origen común en el que los filólogos alemanes como Theodor Benfey y el escritor escocés William Clouston, quienes sostuvieron que los cuentos se habían difundido gracias a los viajeros que emigraban de la India hacia el Oriente y al Occidente. Tal es el caso, que la recopilación de los cuentos aumentó considerablemente en diferentes ciudades, como en Suiza, las Islas Frisas, Holanda, Dinamarca, Suecia, Noruega. Contaban además con narraciones de vascos, tiroleses, griegos modernos, rumanos, albaneses, rusos, lituanos, estonios, entre muchos más, a tal grado que se tenían cuentos de América del Sur4, donde la mayoría de estos mitos recopilados por los hermanos Grima eran cuentos fantásticos o Märchen (palabra alemana con la que los eruditos prefieren referirse a ellos), los cuales pertenecen al campo de la denominada ficción, y éstos tienen lugar en un mundo fantástico, poblado por personajes extraños y mágicos, y no se consideran verídicos, ni por el narrador ni por su audiencia, aunque algunos hacen mención de acontecimientos o sucesos reales, con un lenguaje folclórico que enriquecía la cultura de los pueblos. Aunque lo sobrenatural abunda en este tipo de cuentos, pocos tienen que ver con los cuentos de hadas, pues estos abarcan un gran número de argumentos (como los relatos de La Cenicienta, Blancanieves, Caperucita Roja, etc5.). En los cuentos tradicionales encontramos el tipo de cuento fantástico, el cual implica a una figura heroica desvalida que debe enfrentarse a diversas pruebas o llevar a cabo empresas casi imposibles, que consigue realizarlas por medios sobrenaturales, que utilizado por los personajes de este género, se convierte en magia.
Otro género es el cuento de hadas, historias de las intervenciones en los asuntos mortales a través del factor magia de unos pequeños seres sobrenaturales del folclore, generalmente de aspecto humano, que habitan en una región imaginaria llamada tierra de las hadas. Aquí se engloba además, de forma imprecisa, a los duendes, gnomos, elfos, genios, trasgos, trolls, enanos, banshees, silfos, espíritus y ondinas. La imaginación folclórica no concibe la tierra de las hadas como un mundo aparte, sino que hace vivir a los duendes en parajes tan comunes como las colinas, los árboles o los arroyos, y además usan ropas, adornos, muebles, casas y otros objetos semejantes a los de los humanos.
En los cuentos tradicionales también existe el cuento de iniciación, relato que tiene como finalidad la superación de un conflicto. Es semejante al Bildungsroman, que trata sobre narraciones fantásticas con una enseñanza, ambos tipos de cuentos pretenden ser novela pedagógica.
En la mayoría de los cuentos de hadas y tradicionales, el personaje tiene que pasar una prueba para conseguir un objetivo. Lo hará solo, a no ser que el protagonista sea un grupo —los Argonautas en busca del vellocino de oro— pasará por múltiples pruebas en las cuales encontrará algún amuleto o ser maravilloso que le ayudará en su objetivo —como metáfora de las cosas y las personas positivas que se cruzan en la vida de la gente— y también trampas y seres malvados que tratarán de que no lo logre. Pero al final conseguirá su propósito.
En el siguiente número abordaremos las leyendas y anécdotas, que aunque pueden ser parte del cuento, son un género específico en la mitología.

Para mayor referencia acerca de los estudios mitológicos
Mito y Conocimiento, de Cristóbal Acevedo Martínez,
Cuaderno de Filosofía no 17 Depto. de Filosofía de la
Universidad Iberoamericana, México 1993
2 Diccionario Manual Griego, Griego clásico – español, J. M. Pabón de Urbina, décimo octava edición, España 1967, editorial
VOX
3 Panchatantra, Biblioteca Clásica, p 219, Madrid. Cuentos sobre reyes, doncellas y animales.

4 Campell Joseph. El vuelo del ganso salvaje, exploración en la dimensión mitológica. Traducción de David González Raga y
Fernando Mora. 1997 Editorial Kairós, Barcelona España, pp. 14 ss (Los cuentos de Hadas.)
5 Blancanieves y los siete enanos, es uno de los cuentos recopilados de los hermanos Grimm, el cual es retomado por Walt
Disney (1937) fue el primer largometraje de dibujos animados de la historia.

Comments:
Hola! Te dejo este post no por comentarte algo relacionado con su contenido, sino porque somos tocayos de nombre y apellidos. Curioso. Tengo 28 años y soy de valencia.
 
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